martes, 4 de marzo de 2014

Rotura fibrilar






Como su propio nombre indica, es una rotura en mayor o menor grado de las fibras que componen un músculo. Se podría definir como una herida interna o corte de las fibras.

La causa principal suele ser por un esfuerzo intenso y explosivo, en el que pillamos al músculo poco preparado y no aguanta la tensión a la que se le somete.

También puede provocarse después de una contusión. Aunque es menos común.

Otra de las causas es la sobrecarga o estrés muscular, es decir sometemos al músculo a una tensión o exigencia superior a su nivel de resistencia (sobreentrenamiento), y en un momento dado el cansancio da lugar a la lesión.

En definitiva, al músculo le exigimos por encima de sus posibilidades durante un tiempo prolongado, debido a un entrenamiento incorrecto o a un esfuerzo físico inadecuado, y termina rompiéndose.

¿Cuales son sus síntomas?

Normalmente es muy fácil saber que se ha producido una rotura de fibras, puesto que la persona que sufre esta lesión es capaz de definirla muy bien, ya que refieren que es como si hubieran recibido un pelotazo o una pedrada muy fuerte en la zona. Es lo que denominamos el “síndrome de la pedrada”. Es un dolor punzante e intenso.
Posteriormente aparecerá dolor a la contracción y  a la palpación, inflamación y hematoma, dependiendo de la gravedad de la rotura. Este hematoma puede no ser inmediato y aparecer en los días posteriores a la lesión.

Grados de lesión

Para definir el tratamiento de la rotura muscular primero deberemos saber el alcance de la lesión. Y tendremos 3 tipos de roturas fibrilares, dependiendo del número de fibras lesionadas:

  •    Es la más frecuente. Se produce una rotura microscópica a nivel de las fibrillas musculares.
    Puede acompañarse de rotura de capilares apareciendo hematoma.
    El paciente refiere dolor violento que describe como "una pedrada" y se acompaña de impotencia funcional.
  •    Suele representar el 20% de las roturas fibrilares.
    En este caso, hay mayor número de fibras rotas sin afectar al completo al vientre muscular. En la ecografía se aprecia la rotura y un hematoma intramuscular. En este caso hay deformidad y hundimiento en la exploración física.
  •   En este caso se rompe todo el músculo separándose ambos extremos que se retraen. Se acompaña de intenso dolor, deformidad e impotencia funcional completa, siendo en estos casos necesaria la intervención quirúrgica para suturar los extremos del músculo roto.
 
 


Tratamiento
 
Lo primero ante la sospecha de padecer esta lesión es parar la actividad por poca gravedad que pensemos que tenga, puesto que podemos continuarla. Posteriormente acudiremos a nuestro médico para que realice el diagnostico y valore la gravedad.

Es muy importante la aplicación de hielo en los primeros minutos, y reposo.

Durante las primeras 48-72 horas se deberá controlar el proceso y reducir la hemorragia (frío, compresión, elevación del miembro afectado y reposo). Y se puede recurrir a algún antiinflamatorio para el dolor (siempre bajo prescripción médica)
A partir del séptimo día, dependiendo de los casos, acudiremos a un terapeuta profesional a que nos trate con sumo cuidado la contractura perilesional mediante masaje decontracturante centrípeto hacia la cicatriz, compresión antiedema y frío local.

A partir de los 10-15 días posteriores, y si la cicatriz se ha empezado a formar,  el masaje aplicado por el terapeuta será poco a poco más fuerte y profundo y así ayudará a evitar adherencias y retracciones propias de toda cicatrización para, finalmente, reelastificar la estructura y que esta no vuelva a darnos problemas pues en caso contrario, aparecerán molestias, contracturas y nuevas roturas provocadas por esas retracciones y adherencias que impidan el correcto funcionamiento del músculo. 
Así mismo el terapeuta comenzará un trabajo de estiramientos muy suaves en un principio, muy progresivos, y con sumo cuidado de no abrirnos de nuevo la cicatriz, por lo que es recomendable que nos los realice con esta ya formada para poder estirarla bien y eliminar el acortamiento longitudinal que se habrá producido.

¿Cómo se pueden prevenir?
 
Estos consejos pueden ayudaros a prevenir las roturas fibrilares, especialmente a las personas que hacéis algún tipo de ejercicio:
  • SIEMPRE hay que calentar antes de realizar cualquier actividad física. Al finalizar, hacer unos buenos estiramientos, insistiendo en los grupos musculares que más hemos trabajado.
  • Si hay sobrecargas, no forzar el grupo muscular afectado.
  • El tratamiento preventivo, con masajes de descarga periódicos es muy importante.